viernes, 7 de abril de 2017

Hacia lo salvaje (homenaje a Eddie Vedder)


Montaba un viejo Jeep despintado,
ruidoso y con el techo a medio
cubrir.
Un deslucido cassette de The Who
Donde Daltrey aulló hasta saturar 
todo audiograma,
finos quejidos orquestales.

El viento de frente -sopapo-
le soltaba las rizadas riendas
inmunes a la fría lluvia y a todo
invierno inhóspito.
Y tanto cerraba sus ojos, que sentí
que en ese fruncir
yo me desprendía con él del dolor.

Quemá los billetes como quieras
que el monte te recibe justo
donde se desangra la última ola,
colchón de malvones silvestres
para el cielo mirar,
y a cada estrella otorgarle un recuerdo
caído en batalla.

En cuatro compases, con
dardos por versos 
carraspeados en lúgubre dulzor.
Un balbuceo que arrope
la timidez de la confesión,
donde cien gorros y
una campera de corduroy

camuflen tu pánico de 
no ser uno más.
Y vivir por el viaje de vida misma,
zambullida al mar de infinitos brazos
que a tu padre emularán,
entre ampulosos decibeles,
mientras te van celando.

Hacer el nido;
Resoplo de alivio
fatigado, cumplido,
Donde mejor soltaste esa súplica al viento
que decía "Release me", escapándole así
a tu sombra.
La felicidad sólo es real cuando es compartida.