Fueron séptimos disminuidos.
Bemoles, negras, fusas y excusas.
Del suave Do al ronco Sol en
La canción más disolvente del mundo, la del abúlico.
Percusión improvisada de bondi
Una caja semi vacía de fósforos y es
golpe, golpe. Madera. Tambor.
Silencio. Viveza.
Silencio. Viveza.
La simpleza del gato que por el pretil
Se despereza.
Insolente. Irreverente. Impúdico.
¿Acaso hay mayor chantaje que el hambre?
No me espera ni tu sombra, ni tu recuerdo
ni todas las ganas que fuiste tragando.
A nadie.
A nadie espera la casa de al lado.
Y así pasa la vida en un silbido de tren,
sometiéndote como a todo rehén,
jugando a encontrarse en otro carnaval
-agua que saca de quicio acá-
Aquellas tardes con la radio sin rambla.
El hogar, marfil de alfombra, es el
abrazo.
Distinguir el después del durante.
En ese tatuaje que deja el
recuerdo, la tibieza de la
respiración trémula olor café, allá vas
entre los dedos, con la arena.
No hay escondite, no hay críticas
al malhumor, la corteza fría y el
poco mimo, al que no me arrimo
pero sí derribo lo que estimo.
Uno, dos, dos y medio, tres.
MonTRESvideo o de nosotros dos.
Eduardo se suma y querido amigo
-tenemos una canción por hacer-
-tenemos una canción por hacer-
Melodías deformes, pequeño rubí en
el habla del tímido ciudadano.
el habla del tímido ciudadano.
Loco no estás vos. Loco está aquel
que quiera remontar un barco.
Y también´ta loco aquel que quiera
tu corazón.
Se quema, se muere, canta mal
y en cada palabra acierta.
Retuerce la astilla clavada en
aquel castillo de naipes
mientras se pasa el año y no hay daño.
Se atora. Se atora.
Minutos. Minuto pasa y viene poluto.
Esa canción diminuta se hizo humo,
-bandera amarilla, recuerdo fértil
de un verano-
de un verano-
Las despedidas duelen tanto que
las dormimos acá -señala el pecho-
Ahora, ya ves, seguiremos
con la obediencia del pez,
total, nos habrá otra vez.
En tu rincón, tu atracadero,
siempre el tiempo
está después.
está después.